
Como sabemos, somos seres que estamos formados por alma, cuerpo y espíritu. Tenemos en nosotros dos personalidades: la carne, sujeta al pecado y a los deleites temporales del mundo, y el espíritu, aquel que desea estar con Dios pues su existencia depende totalmente de El.
Estamos viviendo tiempos de apostasía, en la cual muchos herman@s que comenzaron el las filas del evangelio se descarriaron por seguir la vanidad y la mentira. Muchos han sido engañados y ya no han tenido la oportunidad de volver al redil del cual salieron.
Hoy es común ver personas en las calles tiradas en las cunetas de las avenidas, todos andrajosas y pidiendo limosna para comer, y cuando uno les evangeliza o les habla del Señor muchos han sido cristianos, lideres o hasta pastores.
¿Por qué Dios lo permite? El no desea que sus hijos le amen a la fuerza, pues desea un pueblo que con voluntad propia se rinda a El y le alabe en ESPÍRITU Y en VERDAD. No desea máquinas automáticas que adoren porque están programadas para hacerlo, sino que desea seres humanos comunes y corrientes que se rindan completamente ante El para El obrar en ellos maravillas.
Lastimosamente, muchas personas decidimos vivir para nuestros deleites y hacemos lo que queremos. Irrespetamos la santidad de Dios con nuestras acciones, pensamientos, deseos, palabras, decisiones y con cualquier pecado cuando lo hacemos conscientes de que está mal.
Nos burlamos de la autoridad pastoral y de los líderes que Dios ha puesto no para amargar nuestra existencia o para imponernos una amplia gama de leyes, sino que ellos están para guiarnos a las ovejas por el camino del Señor para llegar un día a Su Presencia.
Haz ahora un autoexámen personal:
¿Qué predomina en tu vida: Dios o tus decisiones?
¿Qué es lo que más queremos: buscar a Dios o lo que yo quiero?
¿Cuáles son mis intereses: los del Reino de Dios o los míos propios?
¿Deseo cambiar mi estilo de vida o no me importa como ando caminando?
¿Vivo como quiero o trato de vivir como Dios manda?
¿Qué predomina en mi vida, la Voluntad de Dios o la mía?
¿Es Dios nuestro SEÑOR o nuestro bombero que corre a socorrernos cuando lo llamamos?
¿Deseo más las cosas del mundo que las de Dios?
¿Estoy dando más tiempo a Dios y a lo espiritual o a mis diversiones y anhelos personales?
¿Estoy seguro de mi salvación o no?
SI haz salido mal en este mini test de conciencia, te invito a reflexionar en tu caminar. Vuelve a leer la porción bíblica que está al principio. Los que viven para la carne moriran, o sea que no alcanzarán al vida eterna. Caso contrario a los que andan conforme al Espíritu.
Andar en el Espíritu es andar conforme a la Voluntad de Dios. Es un modo de vida en el cual Dios tiene la primera y la última palabra, es El quien toma las decisiones y quien marca el camino y normas a seguir. Mis decisiones no interesan y es El quien gobierna la vida.
Esto no le gusta a aquellas personas que viven en la carne, pues creen que Dios es un ser que solo para amargar la existencia de las personas está, imponiendo prohibiciones y reglas que si no las cumplimos nos vamos a ir al infierno, cuando en realidad es que cuando Dios gobierna la vida, entonces la misma cobra sentido, pues no son leyes impuestas, sino un estilo de vida superior al que viven los que andan sin Dios y sin salvación.
Volvamos a Dios, arrepintámonos de todo corazón y comencemos de nuevo a caminar EN EL ESPIRITU, para así alcanzar la vida eterna que Cristo ganó para nosotros.
Estamos viviendo tiempos de apostasía, en la cual muchos herman@s que comenzaron el las filas del evangelio se descarriaron por seguir la vanidad y la mentira. Muchos han sido engañados y ya no han tenido la oportunidad de volver al redil del cual salieron.
Hoy es común ver personas en las calles tiradas en las cunetas de las avenidas, todos andrajosas y pidiendo limosna para comer, y cuando uno les evangeliza o les habla del Señor muchos han sido cristianos, lideres o hasta pastores.
¿Por qué Dios lo permite? El no desea que sus hijos le amen a la fuerza, pues desea un pueblo que con voluntad propia se rinda a El y le alabe en ESPÍRITU Y en VERDAD. No desea máquinas automáticas que adoren porque están programadas para hacerlo, sino que desea seres humanos comunes y corrientes que se rindan completamente ante El para El obrar en ellos maravillas.
Lastimosamente, muchas personas decidimos vivir para nuestros deleites y hacemos lo que queremos. Irrespetamos la santidad de Dios con nuestras acciones, pensamientos, deseos, palabras, decisiones y con cualquier pecado cuando lo hacemos conscientes de que está mal.
Nos burlamos de la autoridad pastoral y de los líderes que Dios ha puesto no para amargar nuestra existencia o para imponernos una amplia gama de leyes, sino que ellos están para guiarnos a las ovejas por el camino del Señor para llegar un día a Su Presencia.
Haz ahora un autoexámen personal:
¿Qué predomina en tu vida: Dios o tus decisiones?
¿Qué es lo que más queremos: buscar a Dios o lo que yo quiero?
¿Cuáles son mis intereses: los del Reino de Dios o los míos propios?
¿Deseo cambiar mi estilo de vida o no me importa como ando caminando?
¿Vivo como quiero o trato de vivir como Dios manda?
¿Qué predomina en mi vida, la Voluntad de Dios o la mía?
¿Es Dios nuestro SEÑOR o nuestro bombero que corre a socorrernos cuando lo llamamos?
¿Deseo más las cosas del mundo que las de Dios?
¿Estoy dando más tiempo a Dios y a lo espiritual o a mis diversiones y anhelos personales?
¿Estoy seguro de mi salvación o no?
SI haz salido mal en este mini test de conciencia, te invito a reflexionar en tu caminar. Vuelve a leer la porción bíblica que está al principio. Los que viven para la carne moriran, o sea que no alcanzarán al vida eterna. Caso contrario a los que andan conforme al Espíritu.
Andar en el Espíritu es andar conforme a la Voluntad de Dios. Es un modo de vida en el cual Dios tiene la primera y la última palabra, es El quien toma las decisiones y quien marca el camino y normas a seguir. Mis decisiones no interesan y es El quien gobierna la vida.
Esto no le gusta a aquellas personas que viven en la carne, pues creen que Dios es un ser que solo para amargar la existencia de las personas está, imponiendo prohibiciones y reglas que si no las cumplimos nos vamos a ir al infierno, cuando en realidad es que cuando Dios gobierna la vida, entonces la misma cobra sentido, pues no son leyes impuestas, sino un estilo de vida superior al que viven los que andan sin Dios y sin salvación.
Volvamos a Dios, arrepintámonos de todo corazón y comencemos de nuevo a caminar EN EL ESPIRITU, para así alcanzar la vida eterna que Cristo ganó para nosotros.
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