Alcanzando la Gloria de Dios

1º Corintios 9:24 ¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. 9:25 Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. 9:26 Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, 9:27 sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.

A la verdad es que hace unos días el mundo secular coronó como campeón del fútbol mundial a la Selección Española. ¡Felicitaciones por su triunfo!

Pero esta reflexión no viene a hablar de fútbol, sino del Evangelio. EL texto superior está más que claro y no hay mucho que decir al respecto. Los jugadores de los juegos (por poner el fútbol de ejemplo), entrenan, sudan, corren, se ejercitan, se abstiene de alimentos con tal de estar en una buena condición física para rendir lo necesario en el terreno de juego.

Si alguna vez ha tenido la oportunidad de ver un partido se habrá dado cuenta que ellos lo entregan todo con tal de alcanzar el éxito. Para ellos, perder NO es una opción, empatar es INACEPTABLE y ganar es la GLORIA.

Si ellos se esfuerzan simplemente por alcanzar un lugar en las páginas de la historia, ¿cuánto más los Hijos de Dios debemos de esforzarnos con tal de alcanzar el premio del Supremo llamamiento que es en Cristo Jesús?

El premio de nosotros no es una simple copa de oro, o alcanzar la gloria humana; nuestra meta es alcanzar la salvación de nuestras almas, llegar al cielo y estar por siempre con El Dios que mandó a Su Hijo a morir por nuestros pecados, redimiéndonos de condenación eterna y librándonos de los efectos nocivos del pecado.

Muchas personas comenzaron la carrera, pero se han detenido, otros se han retirado de las filas del evangelio, otros han preferido los deleites temporales del pecado, otros simplemente se cansaron y ya no avanzaron más.

Esta reflexión va para aquellos que no tiene fuerzas para seguir, para aquellos que por cualquier razón han dejado de correr esta carrera y se han estancado en algún área de sus vidas. Va dirigida a aquellos que se siente menospreciados o incapacitados por haber cometido algún pecado.

Dios le dijo a Elías: "Levántate, porque largo camino te resta". Eso mismo nos dice a nosotros. No dejes que el enemigo te aventaje. No permitas que tu carne tome ventaja de ti, ¡Levántate! Corre esta carrera, ya falta poco para la finalización del partido del cristianismo, en el cual seremos coronados como campeones celestiales.

NO te rindas, sacúdete el polvo de tu cuerpo y comienza a correr nuevamente. No te desalientes ni hagas caso de los que los demás te digan para detenerte. Dios te puede fortalecer y tomarte de TU mano para que juntos corran hacia la meta, al premio, el cual es estar una eternidad con Cristo en los Cielos para siempre jamás.