¿Para que sirve una vasija? La vasija se conoce desde tiempos antiguos. Todas las culturas tenían su modo peculiar en la manufacturación y estilo de sus vasijas. Son de las piezas de arqueología más abundantes a lo largo del planeta. Su uso principal era para almacenar cosas: granos, aceite, vino, agua, harina... etc.
La Palabra de Dios habla de ellas. Como ejemplo, en las bodas de Caná de Galilea, Jesús les ordena a los que estaban en la fiesta que llenaran unas vasijas o cántaros con agua, la cual El convertiría posteriormente en vino.
Pero ¿y eso a mi que me puede importar? De mucho. Comparemonos ahora como una vasija. Tu y yo somos templo y morada del Espíritu Santo. Va con nosotros El Ser más grande e importante de todo el Universo. Somos recipientes y portadores de la Gloria de Dios, y debemos compartirla con los demás. Somos los portadores del Agua de Vida y debemos compartirla con el sediento por el pecado y la muerte.
Pero, ¿qué podemos almacenar en una vasija rajada? Creo que nada. Lo que metamos en ella se espercirá y desperdiciará, pues no puede ser retenido por la vasija. Hoy en día, habemos muchos "cristianos" que somos vasijas rotas. NO podemos retener la Palabra en nuestros corazones; no podemos guardar la bendición de Dios y la presencia de Dios la despilfarramos en cuanquier cosa.
No digamos la unción, la cual en la Palabra muchas veces se representa por medio del aceite. Si estamos "rotos" del corazón y del alma, no podemos almacenar la bendición de Dios, el poder se esfuma, se pierde esa gracia y sin aceite nuestra lámpara no puede encender, nuestra vida no tiene razón de ser.
Si no podemos retener agua, o sea, buenas nuevas de salvación, ¿cómo podremos dar una palabra de esperanza y salvación al sediento, que vaga en el desierto del pecado?
Somos vasijas, portadores del mensaje de vida. Pero si estamos rajados del alma, o sea, dañados del corazón, ¿cómo podremos nosotros compartir el amor y la vida de Dios si nosotros estamos secos por dentro?
¿Cómo se raja una vasija? Por medio de golpes y caídas. El corazón se daña por amarguras, pecado, dureza, incredulidad, inmoralidad... si nuestro corazón esta quebrado, hoy debemos y podemos restaurarlo, ¿cómo? viniendo ante el Cristo de Galilea, aquel reparador por excelencia.
El puede y quiere que seamos renovados, transformados y que de ahora en adelante seamos portadores de la Gracia y Amor de Dios, para compartir con los demás el poder y las buenas nuevas de Salvación en Cristo Jesús.
Pero ¿y eso a mi que me puede importar? De mucho. Comparemonos ahora como una vasija. Tu y yo somos templo y morada del Espíritu Santo. Va con nosotros El Ser más grande e importante de todo el Universo. Somos recipientes y portadores de la Gloria de Dios, y debemos compartirla con los demás. Somos los portadores del Agua de Vida y debemos compartirla con el sediento por el pecado y la muerte.
Pero, ¿qué podemos almacenar en una vasija rajada? Creo que nada. Lo que metamos en ella se espercirá y desperdiciará, pues no puede ser retenido por la vasija. Hoy en día, habemos muchos "cristianos" que somos vasijas rotas. NO podemos retener la Palabra en nuestros corazones; no podemos guardar la bendición de Dios y la presencia de Dios la despilfarramos en cuanquier cosa.
No digamos la unción, la cual en la Palabra muchas veces se representa por medio del aceite. Si estamos "rotos" del corazón y del alma, no podemos almacenar la bendición de Dios, el poder se esfuma, se pierde esa gracia y sin aceite nuestra lámpara no puede encender, nuestra vida no tiene razón de ser.
Si no podemos retener agua, o sea, buenas nuevas de salvación, ¿cómo podremos dar una palabra de esperanza y salvación al sediento, que vaga en el desierto del pecado?
Somos vasijas, portadores del mensaje de vida. Pero si estamos rajados del alma, o sea, dañados del corazón, ¿cómo podremos nosotros compartir el amor y la vida de Dios si nosotros estamos secos por dentro?
¿Cómo se raja una vasija? Por medio de golpes y caídas. El corazón se daña por amarguras, pecado, dureza, incredulidad, inmoralidad... si nuestro corazón esta quebrado, hoy debemos y podemos restaurarlo, ¿cómo? viniendo ante el Cristo de Galilea, aquel reparador por excelencia.
El puede y quiere que seamos renovados, transformados y que de ahora en adelante seamos portadores de la Gracia y Amor de Dios, para compartir con los demás el poder y las buenas nuevas de Salvación en Cristo Jesús.
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