El sacrificio u holocausto del antiguo tiempo era una ceremonia completa. No solo era matar un animal y quemarlo, no. Habían ciertos pasos para que el fuera aceptado por Jehová.1. Macho sin defecto: no se ofrecía cualquier animal, sino que de entre todos los animales del ganado se ofrecía el animal sin enfermedad y sin defectos físicos o mentales. Así en nuestra vida, al venir ante el Señor debemos venir con lo mejor que tengamos. Si un talento el Señor nos ha dado hay que ejercitarlo con todo para que el Señor vea que lo mejor le queremos dar a El.
2. Dar el holocausto de voluntad: Si servimos al Señor debemos hacerlo con pasión en el corazón y nunca hacerlo de mala gana, pues la ofrenda si no es perfecta, Dios no la acepta. Hay un dicho que es muy cierto “Obligado ni comer es bueno”. Cuando uno viene al Señor, no podemos decirle que le amamos si no le amamos; que le seguiremos si no queremos movernos de donde estamos. El Cristo, sin un corazón sincero no es posible agradar a Dios.
3. Degollar el becerro: el animal era degollado y ya no tenía modo de respirar y moría. Así nosotros, debemos degollar la pasada manera de vivir. Hay que asesinar lo que éramos antes (Ef. 4:22-24). No podemos entregar una ofrenda contaminada por el pecado. Démosle al Señor nuestra pasada manera de vivir y El con su amor nos restaurará para ser la ofrenda que El desea que seamos.
4. Ofrecer y rociar la sangre: la sangre significa vida. Un ser vivo no puede vivir sin el vital líquido. Sin la sangre no puede haber vida, pues en ella se transporta oxígeno a los pulmones, el cuerpo la usa como purificadora de varios órganos, etc. También la Biblia dice que sin derramamiento de sangre no hay remisión de pecado. Cristo vino y dio su sangre por nosotros para ser libres de la condenación en el Infierno. Así nosotros, al hacer morir el viejo hombre, la sangre debe ser extraída del hombre animal y ofrecerla al Señor Jesús para que El la tome y la transforme en su propia sangre para que nuestra vida tenga una renovación y una nueva perspectiva de las cosas que suceden a nuestro alrededor. El otras palabras, démosle nuestra vida a Jesús y el nos librará del diablo y de los afanes de este siglo.
5. Desollar el holocausto: desollar es sinónimo de despellejar. Al ofrecer el sacrifico, al animal lo despellejaban para ser ofrecido al fuego. Despellejarnos a nosotros mismos es difícil, pues nos quitamos el traje de rey ufano y altanero para venir en la condición de siervo para ser útil en la obra del Señor. Solo Dios nos puede ayudar a quitarnos esas ropas, pero El necesita que queramos quitárnoslo.
6. Partirlo en piezas: el animal era despedazado, una parte al sacrificio y lo mejor de la carne, que es la espaldilla o lomo, era consagrado al sacerdote para que el se alimentara, puesto que los levitas no tenían tierras ni heredades, ellos vivían de las ofrendas del pueblo. Así hoy, el Señor nos parte en pedazos, aparta de nosotros lo que va a ser consumido en su fuego (pecados, errores, críticas, raíces de amargura, etc.), y se aparta para sí lo mejor de nosotros para su Ministerio.
7. Acomodar las piezas: partes del animal eran colocadas de manera que se ponían la cabeza, los intestinos y eran consumidos con fuego. Hermanos, ¿qué partes de nuestra ofrenda debemos acomodar sobre el Fuego del Espíritu Santo? Hay muchas cosas que solo su fuego puede consumir: herejías, maldad, fuego extraño en los corazones, desánimo, miedos, pensamientos de terror, etc. Solo el Señor nos las quemará y dejaremos de ser los cristianos mediocres que el enemigo quiere hacernos creer que somos. El diablo nos quiere hacer creer que nuestra ofrenda es basura, pero delante de Dios, si lo damos de corazón, es un tesoro valioso y olor grato a Jehová.
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