1. Creer en El (Jon. 3: 5; 10) (Mr. 16: 16) (Jn. 20: 29): el creer en Dios no solo es decir “yo creo que Dios existe”, “yo creo que Dios es real”, creer es más que simples palabras.
Muchas veces por causa del Evangelio, el enemigo pone tropiezos y desesperaciones que nos hacen dudar del Señor. En momentos donde ocurren catástrofes, como un terremoto en esos momentos todas las gentes creen en Dios y le tienen miedo.
Creer significa tener fe en la veracidad de algo. Creer no es otra cosa sino confiar plenamente en Dios, tener el corazón y la mente que por muy fuerte que sea la tentación o el problema que estemos pasando, El ha vencido todo lo que atormenta nuestra alma (Jn. 12:44). Dios lo que exige es que nosotros confiemos plenamente en El. De lo contrario, lago de fuego y azufre nos espera (1ª Jn. 3:23)
2. Ser valiente y no desmayar (Jos. 1:5-9) (Mt. 24:13): valiente significa dispuesto a resistir los peligros. La Biblia dice que es de gente de valor, al Cielo se la hace fuerza y solo aquellos que se esfuerzan llegarán a ver a Dios.
No tenemos armas como pistolas o cuchillos; andar con un arma no es sinónimo de valor. Nuestra lucha no es con el hombre (Ef. 6: 10-12). Millares de demonios rodean al mundo. Si el Señor abriera nuestros ojos y viéramos las legiones de ángeles caídos que nos quieren destruir saldríamos corriendo; pero si creemos y confiamos en la Salvación que es en Cristo Jesús podremos vencer esa maldad pues el ha vencido al mundo.
3. No dormir, sino trabajar por el Señor (Mt. 26:36-46): a Dios no le gustan las personas haraganas ni perezosas; el castiga al perezoso (Pro. 6:10-11). Cuando aceptamos al Señor como nuestro Salvador personal hacemos un pacto de hacer su voluntad y de trabajar en su obra, velar porque otros conozcan a Jesús. Pero ellos lo conocerán por medio del trabajo arduo de Su pueblo Santo. Nuestro deber es velar por la Obra del Señor hasta que Cristo venga (2ª Tim. 2:1) (1ª Tim. 5:18).
Aquel que trabaja en la buena obra del Señor es como que le estuviera metiéndole dinero a una cuenta de ahorros para cuando llegue el momento de escasez pueda retirar de sus ahorros. En otras palabras, le estamos metiendo más joyas al tesoro que tenemos cada uno en los Cielos nuevos (Ap. 22:12).
Tenemos que levantarnos, tomar la Biblia y comenzar a trabajar en la obra perfecta de Nuestro Dios, que es el ministerio de la Salvación y la Vida Eterna. Si no trabajamos por el Señor, El nos cortará de delante de El (Ez. 33:6)
4. Buscar el rostro del Señor (Mt. 6:6; 7:7-12) (Lc. 18:1) (Hc. 2:1) (2ª Cor. 7:14): como creyentes hay que buscar a Dios en ayuno y oración (Sal.133:1; 134). No es que Dios esté perdido, sino que el pecado ha creado una barrera que nos impide sentir la Gloria de Dios en cada momento.
La inmoralidad de los corazones ha impedido por los siglos anteriores que Dios se glorifique perpetuamente en los corazones. Nuestra condición pecaminosa y descarriada nos aleja de la Presencia de Dios y por eso tenemos que venir constantemente en comunión con el Señor para que su Espíritu Santo more en nuestros corazones.
La vida es dura y difícil de sobrellevar, nosotros por nosotros mismos nos desesperamos y dudamos de su Poder, pero pidámosle a Dios su ayuda de corazón para que pronto estemos con El Cordero sentados tomando la Santa Cena en las Bodas del Cordero. Amén.
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